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I´m an old man who likes to travel like dunno other one, and I would like to go everywhere, few things make me so happy in this life.
Fin de semana largo nuevamente se acerca y no da lugar a dudas. Seleccionamos un destino y nos vamos a descansar por ahí. El clima venía tenso, porque en toda la Argentina se vivían los problemas por el campo y había no solamente piquetes en todas las rutas, sino que a eso, se le agregaba la falta de combustible, con lo que elegir un destino por un medio terrestre era casi un suicidio.
Obviamente elegimos un destino en Argentina y el medio de transporte terrestre, así ya íbamos disfrutando de la adrenalina de antemano. Esta vez, el lugar fue Merlo, San Luis. Muchos se preguntarán por qué elegimos ese destino y la respuesta es muy simple: porque nos pintó. Muchas veces había escuchado que Merlo era re lindo, que Merlo tal cosa, que Merlo tal otra, entonces para no vivir con esa intriga, lo mejor fue ir y verlo con mis propios ojos.
Por medio de Globers nuevamente sacamos todo el paquete que incluía bondi, traslado de la estación de bondis al hotel, y obviamente el hotel. El viaje en bondi lo arrancamos con bastante preocupación por el tema de los piquetes, pero antes de viajar, tuve la precaución de clavarme las pildoritas locas que compré en Heathrow que son para dormir y misteriosamente, lo siguiente que recuerdo es a la negra dándome codazos para que me despierte en Merlo. Llegamos bastante temprano, tipo 8 de la mañana y nos fuimos para el hotel. El hotel, llamado Valle del Sol, tenía una estructura edilicia muy prolija, aunque no nos dejamos guiar por la primera impresión. La habitación todavía estaba ocupada así que recibimos la orden de salir a boludear por ahí hasta que las liberen. Nos fuimos a desayunar por ahí, a un barcito chiquito llamado Tula’s que estaba a unas 3 cuadras del hotel. Luego de desayunar virulentamente nos fuimos a recorrer un poco las calles de Merlo. Yo desde ya estaba munido de mi cámara de fotos así que no necesitaba más.
Paremos con las mentiras: Merlo es una ciudad extremadamente chiquita, que tiene una plaza, que sería el casco, en donde tenés la iglesia, la municipalidad y el banco y no tiene nada más. Hay algunos restaurantes interesantes, mucho boliche de artesanía y cosa regional y por supuesto algunas casa de turismos dedicados a las excursiones. Tiene las sierras de los comechingones que es la “medianera” entre San Luis y Córdoba, desde ya que las sierras le dan un toque magnífico, pero la “belleza de Merlo” claramente no está en Merlo.
Volvimos al hotel, en donde finalmente nos dieron la pieza y nos fuimos a descansar. La pieza estaba bien, tenía una cama matrimonial y una cama más chica de una plaza. El colchón de la cama matrimonial, parecía que había sido usado durante años, tenía como dos valles y una montaña en el medio lo que producía que uno se acostara y tomara posición con la fuerza de gravedad. La verdad, es que un hotel tiene que invertir en colchones, si los huéspedes están cansados y no pueden descansar en el hotel, entonces el hotel deja de tener sentido, el pasajero se lima y al hotel se le pudre todo.
Luego de dormir, dijimos, vamos a ver una agencia de turismo, vamos a ver qué onda las excursiones porque en esa hora que caminamos por Merlo ya la habíamos recorrido entera.
Porteños de buena ley, no aprendemos más. Salimos a eso de las 13:00 y estaba obviamente todo cerrado. Nos cayó la ficha, están durmiendo la siesta. Era nuevamente esperar a tipo las 17:00 para que aparezcan los negocios abiertos nuevamente. Comimos opíparamente en un restauran que hacía comidas típicas y la verdad buen precio. Volvimos al hotel a seguir durmiendo. Parte del objetivo del viaje era poder dormir todo lo que no dormíamos en Buenos Aires los fines de semana. Luego a la tarde, cuando estaba todo nuevamente abierto, fuimos a la agencia de turismo que nos habían recomendado en el hotel, y nos encontramos con la sorpresa que no se hacía casi ningún excursión debido a la falta de combustible y aparte, porque Merlo había tenido muy pocas visitas cuando en realidad esperaban muchas. Seguimos recorriendo y nos metimos en otra que nos ofrecieron dos excursiones de día entero, una era Las Quijadas y la otra era una travesía en una 4x4 a ver una cascada que incluía treking. La de Las Quijadas era ir a ver formaciones rocosas que se dan por la erosión y el paso del tiempo, como en Salta habíamos visto de eso para el campeonato, y aparte en Bariloche nos habíamos quedado con ganas de la excursión 4x4, nos decidimos por esa. Luego de algunas idas y vueltas, la persona de la agencia, pudo encontrar al guía al cual conoceremos como Tony.
Al día siguiente Tony nos pasa a buscar en su 4x4 que realmente desconozco que marca era (foto) y arrancamos la travesía. Estaba genial porque en la excursión éramos la Negra, Tony y yo. Tony era un lugareño, nacido en Merlo y criado ahí, había inclusive estudiado ahí y lo mejor es que se había criado en las sierras, o sea, teníamos a alguien con todo el dato que nosotros podríamos llegar a necesitar. Tony era un tipo de 39 años bien llevados que se notaba que disfrutaba de poder compartir momentos con sus pasajeros de su 4x4. Estaba particularmente contento porque en esa excursión por lo general no se llena de turistas hincha pelotas, ya que por lo general, la gente joven se dedica más a disfrutar que a joder.
Empezamos la trepada de la sierra y Tony era muy prudente al volante y nos dio seguridad de inmediato, lo cual fue bueno, sobre todo para la Negra ya que entra muy fácil en panic attack cuando no manejan con prudencia, sobre todo en lugares de cornisa como eran estos. A más o menos la mitad de la trepada, paramos en un mirador llamado Mirador del Sol, el cual tenía unos cuantos puestitos muy pintorescos que vendían artesanías. No compramos nada porque era un garrón hacer toda la excursión con las cosas en la mano, no daba. Llegamos a la cima, lo que ellos llaman El Filo y se acabó el asfalto, empezamos a transitar caminos de ripio ya bastante más rústicos de lo que venía siendo y el hecho de ir con una 4x4 se empezaba a sentir como cierta seguridad y confianza. El camino cada vez se puso peor, había subidas muy pronunciadas y no sólo eso, sino que las piedras que había en el camino eran intimidantes. Tony la tenía atada y la verdad es que siempre supo sortear todos los obstáculos que se nos pusieron adelante.
En un momento Tony estaciona y dice, bueno chicos, ahora tenemos aproximadamente una hora de caminata hasta llegar a la cascada llamada Salto del Tigre (había cierta connotación sexual ahí, pero se la dejé pasar). Cuando salimos de la camioneta nos dimos cuenta del frio que hacía, había no solo un frio terrible, sino que había un viento fatal. Por suerte nosotros bastante precavidos llevamos polars, camperas, guantes y gorros, los cuales nos fueron sumamente útiles en esas condiciones. La caminata se hacía sentir, era mucha subida y bajada sobre territorio no marcado, era casi meterse a campo travieso para llegar. Menos mal que Tony conocía el camino ya que era imposible saber dónde estábamos. Llegamos al salto y nos sorprendió una cascada totalmente congelada, solamente un hilo de agua corría desde su vertiente hasta el piletón que había abajo. Piletón que Tony dijo que en algunos lugares tenía hasta casi 12 metros de profundidad; ¡lo que es bastante! El piletón también estaba congelado en inclusive pudimos caminar sobre el hielo. Pero fuera de lo exótico que era eso, a mi me seguía llamando mucho la atención la cascada toda congelada, le saqué unas cuantas fotos hasta estar seguro que tenía las tomas suficientes para poder explicar o retratar a los demás lo imponente que era eso. El salto tiene alrededor de 30 metros, con lo cual, no es poco y lo hacía aún más imponente. Decidimos hacer campamento ahí para comer algo y para tomar unos mates muy necesarios ya que el frío se hizo sentir en toda la caminata. También era necesario descansar a que la vuelta iba a ser brava, ya que la mayor parte del camino de ida había sido de bajada.
Cuando estamos saliendo del salto y nos vamos alejando, Tony nos dice, miren, ahí hay un cóndor, no se cuantos de los que me conocen saben, pero a mí siempre me interesaron los cóndores, no porque me interese el animal en sí, sino por alguien a quien llaman El Cóndor. Fue increíble verlo planear. Tony nos explicaba que el cóndor es un animal por excelencia para planear, y que muchos transportes aéreos se inspiraron en él. Yo aproveché mi zoom 80-300 y configuré la cámara en ráfaga y pude obtener unas 30 fotos del cóndor, de las cuales seguramente haré limpieza de las que no salieron bien.
Luego de la agotadora caminata, pasamos por la casa de don Tono Albornoz, que es el dueño de esas tierras y Tony le tiró unos mangos, ya que Tony lucra con las tierras de Tono. Parece un justo negocio. La casa de Tono, estaba en el medio de la sierra y honestamente no sé cómo conseguía agua. NI me imagino luz o teléfono. Tony nos contaba que Tono muchas veces, en temporada, prepara un chivito y Tony para en la casa de él para comer. Honestamente debe ser una panzada total eso.
Emprendimos el regreso con un pibe de 15 años llamado Vidal, quien nos acompañó y mientras nos contaba historias de cómo eran las cosas ahí. Que el flaco iba a la escuela primara que había terminado hacía un año a caballo, y ahí se quedaba toda una semana ya que llegar era bastante complicado. También nos contó que jugaba al fútbol regularmente a 2000 metros de altura, y aparte, que podía jugar todo el día que no se cansaba. Yo me imaginaba el estado físico de ese pibe y ya quería verlo atrás de una redonda corriendo.
Sobre el filo, se encuentra una confitería a la cual decidimos ir por un refrigerio y aparte, para poder apreciar la vista fantástica que había desde ahí arriba. Con Tony y Vidal nos clavamos una cervecita, mientras la Negra se ajustició una porción de torta criminal de chocolate con un capuchino. La confitería me hizo acordar al parador que está arriba del Catedral, en Bariloche, no solo por la similitud de la construcción sino de las condiciones, un frío de locos, una vista fenomenal y muchos lugareños tratando de lucrar con turistas.
Volvimos de la excursión bastante cansados pero muy contentos de haber elegido esa salida. La verdad, el pasaje ya se había pagado habiendo visto eso.
Una de las cosas que yo más rescato de los viajes son las personas que uno conoce o se cruza durante un viaje, por corto que sea, y por cerca que sea de donde es uno. Esta vez no fue la excepción. En el hotel, de noche había un señor llamado Gary con el cual nos detuvimos a hablar unas cuantas horas, el tipo con una vida repleta de experiencias, no titubeó en compartirlas con nosotros. El flaco era de Ituzaingó, lo echaron del trabajo cuando tenía 50 años y automáticamente quedó excluido del sistema. Se le dio la oportunidad de ir a trabajar a Merlo y viendo que el pibe dominaba el francés y el inglés sabía que no iba a tener dificultades y aparte se iba a sentir útil y activo nuevamente. Yo me ponía a pensar, un tipo que habla 3 idiomas está excluido… me dio un poco de escalofríos, pero entendí que vivimos en Argentina. Gary nos siguió contando muchas anécdotas, pero era evidente que en muchos momentos la había pasado mal ya que todas sus anécdotas tenían un tono lúgubre y tirando a muy pesimista. Igualmente disfrutamos mucho de sus cuentos y charlas.
El último día en Merlo lo utilizamos más que nada para descansar y boludear, teníamos que hacer el check out del hotel a las 10 de la mañana, pero por suerte negociamos con la gente, quedarnos medio día más. Lo bueno de esto es que la flaca que estaba a cargo me dice… si, no tengo problema con que te quedes, pero mirá que nosotros cerramos y acá no queda nadie. Solamente gente trabajando. Para entrar y salir vas a tener que usar “puertas alternativas”. No nos importó y nos quedamos solos en todo el hotel. ¡Increíble!
Como todo último día hicimos muchas compras de boludeces, pero la verdad, es que muchas estaban más que lindas y accesibles, sin que te partan el marulo por algo.
Merlo es una ciudad que tiene mucha atracción por jubilados, o sea, si uno va a buscar joda, desde ya que no es el lugar. Merlo de por sí solo tampoco vale la pena, pero hacer excursiones le agregan mucho valor y hace que sea un destino como para hacer base y luego de ahí hacer las excursiones tomándose el tiempo que uno quiera. Merlo también sin lugar a dudas es la capital del descanso, va todo muy lento y aparte, el horario de los negocios es tan acotado que no te queda otra que dormir.