Friday, 28 November 2008

Paraty

Es casi inevitable que cuando uno dice que va de vacaciones a Paraty, no le hagan el chiste de si ya fue a la isla de Caras o al santuario de Susana de la revista Gente. No obstante y siguiendo consejos de personas que ya habían visitado el lugar, nos aventuramos a llegar a este paraje. El traslado entre Ilha Grande y Paraty no lo teníamos incluido así que, había que empezar a preguntar cómo llegar de un lugar al otro. Hablamos nuevamente con Pablo, quien nos dijo que si él nos proveía el traslado nos tenía que romper el orto ya que tenía que poner un auto para nosotros solos, pero que nos iba a explicar cómo llegar por medios de trasporte locales. Nos teníamos que tomar nuevamente la barcaza de la muerte que nos llevaría para Angra dos Reis y que luego, al toque del muelle, había un bondi de línea que iba directo para Paraty. Llegamos a la zona de los bondis y había 300 paradas de colectivos y un mundo de gente, con lo cual encontrar donde ir fue un poco más costoso; luego de preguntar llegamos a la parada del bondi.

El bondi era un bondi de línea común y el trayecto era de 1:50 hs, es casi como tomarse el 15 en Carrefour San Lorenzo y bajarse en Unicenter, la única diferencia es que había algo así como 100 km de distancia. Por suerte el bondi tenía lugar para poner las valijas, así que si bien los asientos eran durísimos, no viajamos apiñados con el equipaje. A los 10 minutos del recorrido, nos dimos cuenta que era recontra lechero, bah, en realidad no lechero, sino que tenía paradas muy regulares y que aparte, gente que subía y bajaba en todas ellas.

Paraty tiene un casco colonial bastante antiguo, más o menos de fines del siglo XVIII cuyas calles me hacen acordar a las de Colonia – Uruguay, un empedrado sumamente rústico y desnivelado que hace que el tránsito sea bastante complejo. En todo el casco histórico, el acceso de autos está prohibido, con lo cual, el taxi que nos tomamos desde la terminal de ómnibus hasta la posada no iba a tener destino exacto, sino cercano, ya que, lógicamente, la posada está en el medio del casco histórico. El tachero hijo de puta, nos dejó lo más lejos posible y tuvimos que changar las valijas casi a mano ya que el empedrado poco piadoso hacía muy trunco el andar de las rueditas de las valijas. Hacía un poco de calor y estábamos cansados del viaje en barcaza de la muerte + bondi, así que deseábamos llegar a la posada. Finalmente llegamos.

La Luna de Miel tuvo un antes y un después de pisar esta posada (en la cual ahora me encuentro escribiendo). Cuando llegás, gentilmente te dicen que te saques los zapatos/zapatillas lo que sea que estás usando y que ellos te proveen de un par de olhotas caseras que van a permitir tu andar dentro del hotel. Las opciones eran, las ojotas caseras de mimbre o descalzo. ¡Ni lo pensé! Descalzo será. Entramos a la posada y tiene una gran galería en donde se pueden identificar distintas ambientaciones y decoraciones, un lugar ultra escenográfico con mucho olor a incienso, pero bien, sin saturar, velas y adornos de todo tipo. Cada sector podías mirarlo 25 minutos y encontrar cada vez más detalles, cada adorno estaba puesto con exactitud, en el lugar indicado y uno sentía que mover algo 10 cm era arruinar la decoración. Llegamos a la pieza, que obviamente seguía con la misma fisonomía, la pieza muy decorada, con varios cuadros, unas toallas que daban ganas de darle besos y dos batas. Había más incienso en las habitaciones, pero nada invasivo, solamente para evitar que uno entre y tenga ese olor a pata característico. La habitación es chiquita, pero tiene un balconcito que tiene vista al mar y a los morros que no tiene puntaje, en el balconcito, tiene una hamaca paraguaya que es exactamente donde estoy en este momento tipeando. Esta posada trasmite una paz infernal y la decoración de cada rincón hace que uno se sienta muy a gusto en ella y que inclusive tengas ganas de estar ahí.

Luego de beber una caipirinha que nos dieron de bienvenida, nos dispusimos a caminar por el casco histórico. Las calles son complicadas de transitar, hay que tener mucho cuidado con las piedras ya que en un momento de distracción, te podés llevar un esguince de regalo y honestamente, no lo veo como muy copado. El casco es muy pintoresco, tiene muchos colores vivos en las puertas, aunque predominan el blanco, azul y amarillo. Hay faroles muy antiguos colgando de los tejados que hacen juego con los balcones del tipo francés que predomina en las casas. Al caminar nos dimos cuenta que Paraty era una ciudad muy bohemia, está repleto de atelieres de distintos artistas y que no solamente la posada estaba decorada, sino cada local de venta también tenía mucho trabajo en decoración. Por otro lado, había varios locales en donde se vendían fundas de almohadones, cubre sillones, cubre camas, y todo tipo de adorno que uno pueda necesitar en su casa.

Paraty es un lugar en donde llegás y te agarra desesperación por sacar fotos y tratar de capturar esa magia que te trasmite en cada centímetro del lugar, ese momento eléctrico me lo produjeron pocos lugares y está bueno seguir viajando y que siga pasando. Sin lugar a dudas, es un lugar para Luna de Miel en el cual uno puede descansar, estar a gusto con lo que ve, recorrer, comer y hacer excursiones de todo tipo.

Meia Volta

Uno de los paseos que se puede hacer en Ilha Grande es la media vuelta a la isla, las agencias de turismo te muestran fotos para cebarte y hacerte decidir por hacerla, pero no conforme con eso, nosotros recibimos un discurso de venta que fue de lo mejor que escuché desde que estoy en Brasil. Este pibe Pablo nos dice "Está bueno, porque la lancha para en un lugar en donde hay un helicóptero hundido, en donde viajaban 7 personas y nunca se encontraron los cuerpos. Nosotros siempre tenemos la esperanza que en las excursiones encontremos alguno". La excursión requiere que haya un mínimo de suscriptos y el medio de locomoción es un botecito pequeño pero de buena velocidad que te changa hasta ciertos puntos clave de la isla. Nosotros teníamos pagada la excursión Lagoa Azul, lugar que estaba incluido en este trayecto, pero agregando unos reales más, teníamos la Media Vuelta, así que como la mañana increíblemente estaba linda, decidimos embarcarnos. En la lanchita aparte de nosotros, venían dos gallegas y una pareja brazuca, el flaco era un gorilón infernal, un oso, gigante mal, ¡pobre espalda de la flaca!

El trayecto arrancó sin atenuantes, primero para salir de la bahía de Abraaxo fue tranquilito, después cuando vio que el mar estaba calmado, el flaco quita a fondo y a los pedos. Ya no me gustaba tanto el viajecito porque rebotaba como zapallo en carro y veía que las cosas pasaban a buena velocidad. Fuera de eso, llegamos a nuestro primer destino que fue Lagoa Verde en donde pudimos hacer snorkeling con un equipo que nos habían prestado en la agencia. No va a ser un antes y un después en mi vida el snorkeling ese, pero estaba lindo, el lugar tenía muchos peces y se podía nadar alrededor de ellos. A partir del mediodía, como no podía ser de otra forma, se empezó a nublar mal, y ya el calorcito que daba el sol matinal iba paulatinamente desapareciendo, entonces, cuando la lanchita salpicaba, ya dejaba de gustarte porque te daba frío en vez de refrescarte. Tal fue así que en el momento en que pasábamos por la zona del helicóptero hundido ni paramos porque nadie se iba a tirar al agua a verlo.

Fuimos para Lagoa Azul, en donde repetimos sistema, hicimos snorkeling y nadamos un poco. Cuando Gorilón se tiraba al agua decía "Esta Geeelaaaadaaaa" y yo pensaba, si ese tipo que fácil debe tener una piel de 5 cm de grosor, más otros 10 cm de pelos siente frío, yo que si bien estoy gordito, cuando me tire hago la gran Walt Disney y me quedo ahí. Junté valor y tomé una bravía decisión, me arrojé al vacío cayendo en el agua. Efectivamente, estaba helada, pero nadando un poco ya te acostumbrabas. Luego de la Lagoa Verde fuimos a almorzar a un restaurant que estaba en el medio de la playa, en donde comimos rabas y fritas, bien livianito, para seguir con el día.

Los brasileros tienen un problema con el frito, cada cosa que uno pide frito, pareciera que está freído con Bardhal o con algo así porque cae ultra pesado, el hígado se quiere ir corriendo después de unas cosas fritas. Acá es todo frito y todo lo que pedís inexorablemente viene con papas fritas y arroz. Luego de comer, caminamos un poco por la playa y emprendimos el regreso. Todo indicaba que el regreso iba a ser igual que la ida, pero no, el clima había cambiado y había un oleaje infernal y ya la lanchita dejaba de ser divertida para ser el Titanic. Agarraba las olas y golpeaba el casco contra el mar, salpicando un montón y ya estando sin rastros del sol, hacía un frío importante. Las gallegas que venían en el fondo de la lancha estaban completamente empapadas y con piel de pollo a más no poder. El oleaje se ponía cada vez peor y hubo que re estibar la lancha para que los golpes que daba el casco contra el mar no produzcan roturas, porque ahí sí, estábamos jugados. La cara de la Negra estaba entre terror y horror, no me di cuenta bien cual era, pero definitivamente no la estaba pasando bien. Por suerte, llegamos sanos y salvos y me tiré al piso a besar el muelle cuando llegué, la verdad que la lanchita con un día picado ni da.

La excursión es muy linda, pero nuevamente, depende horrores del clima, está visto que cuando había sol, la pasamos muy bien y cuando se complicó el clima, ya no nos gustó ni mierda.

Wednesday, 26 November 2008

Lopes Mendes

Al día siguiente de haber llegado a Ilha Grande, decidimos ir luego de un desayuno simple a la agencia de turismo en donde nosotros teníamos pre bookeadas dos excursiones. Una era a Lagoa Azul y la otra a Praia Lopes Mendes. Tenía excelentes referencias de Lopes Mendes y como el día estaba bastante lindo, optamos por ir ahí. Para llegar a Lopes Mendes había que subirse a un barquito quien gentilmente te llevaba hasta otra playa y de ahí tenías una caminata de unos 20 minutos hasta la playa de Lopes Mendes. El viaje en el barquito fue corto, no hubo traspiés en el mismo y sin inconvenientes llegamos al muelle destino, luego ahí nos dijeron amablemente que sigamos el sendero que nos llevará a la playa tan deseada.

El sendero era el sendero de la muerte. Teníamos que subir morros, bajadas peligrosas, barro, muy patinoso, recontra exigente y desgastante. La Negra estaba con un nivel de fastidio importantísimo, hacía calor, estaba lleno de bichos y de la playa ni noticias. Llegamos a la playa. La verdad, valió la pena el esfuerzo. Yo no soy un tipo de mucha playa, de hecho son muy pocas las veces que fui a playas, pero esta playa era evidente que estaba buena. La arena sin llegar a ser blanca, tenía un bello tono blancuzco y cuando la pisabas hacía como un sonido dulce de bienvenida, se sentía muy suave en los pies. Caminamos unos metros en busca de un poco de sombra y mientras caminábamos, las analogías con la isla de Lost no tardaron en llegar. La playa tiene forma de bahía de varios kilómetros de largo y unos 30 metros de profundo de arena hasta llegar a una pared de vegetación, constituida entre otras cosas por palmeras. A los costados de la bahía y en el fondo se ven morros, con lo cual hace que la pared de vegetación sea más alta, y también llegando a las puntas de las bahías hay piedras de gran porte, que añade belleza según mi criterio, le da un toque caribeño sensacional. El mar es bastante agitado contra lo que yo suponía y tenés gran cantidad de surfers practicando e inclusive tenés dos pibes que te alquilan tablas de surf. El tipo que hace surf, tiene su propio equipo, y el que no sabe surf y alquila una tabla a ver qué onda, pone en riesgo su vida, con lo cual decidí no alquilar tablita de surf.

Como era de esperar también, varios chicos vendiendo gaseosas y cervezas ya que el calor era extenuante; refrescarse en esos momentos es clave, sino, la podés pasar mal. Con la Negra nos tiramos a la arena y a los 10 minutos ya el aburrimiento nos mató, así que decidimos ir al mar. El mar estaba lindo, pero tenía unas correntadas infernales, lo que no quitó que nos metamos igualmente. También hicimos varias caminatas y finalmente nos volvimos.

Cuando estábamos esperando el barco de vuelta, Fiona aparece nuevamente en escena y esta vez decidimos ponernos a hablar con ella, era raro, parecía que la mina me había seguido durante mi estadía en Inglaterra. Vivía cerca de Bristol y había trabajado muy cerca de Camberley. ¡Y Camberley es muy chico como para que mucha gente trabaje cerca de ahí! Fiona nos contaba que iba por un casamiento de una amiga de ella que era brasilera y se casaba en Belo Horizonte.

Me encanta de los viajes que uno siempre se puede poner a charlar con gente de todo el mundo y uno siempre encuentra algún punto de contacto o algo en común a pesar de ser almas dispersas en el mundo.

Ilha Grande

Hace más de 6 días que no escribo y estoy buscándole la vuelta a lo que fue la estadía en Ilha Grande, probablemente sea más de un post porque hay un cúmulo de sentimientos desencontrados nuevamente que hicieron que nuestra estadía sea por momentos muy buena, por otros fastidiosa, por otros aburrida y por otros amistosa. Desde el hotel de Rio un Honda Civic nos changó los más de 100 kms que separan Rio con Angra dos Reis, que en sí, Angra no tiene nada excepto ser el punto de contacto con Ilha Grande. Las barcazas que hacen de trasporte salen desde ahí. Otra vez era un día de mucha lluvia y finalmente llegamos al puerto, en donde vimos la amedrentadora barcaza que estaba dispuesta a llevarnos de un lado hacia el otro. Amedrentadora porque lucía como un barco que se había hundido, lo reflotaron, un poco de Blem y a la mierda, se sigue usando. Tenía notables marcas de un uso desmedido, día tras día y sin reparo por el clima. Las marcas de la pintura saltada por las salpicaduras del agua salada lo demostraban en cada punto de la barcaza. No conforme con que el estado de la barcaza sea lamentable, era el medio de trasporte por el cual se hacían llegar las vituallas a la isla, de pronto el piso se vio cubierto de packs de gaseosas, papel higiénico, mucha verdura, fruta y hasta cajones de hielo con pescado que sobresalían. Solamente faltaban las gallinas corriendo, el resto estaba entero.

Luego de casi dos horas de andar, nuevamente con el clima espantoso, llegamos a Ilha Grande, en donde la barcaza ancló sobre uno de los dos muelles que están en la localidad de Abraaxo. Uno de los muelles es para la entrada y salida de barcos de conexión con tierra firme, y el otro muelle es para las excursiones. El muelle parecía bastante pintoresco, muchos botes y barquitos moviéndose al compas de las olas de un mar un poco despiadado por la tormenta en donde el proceso de anclaje parecía ser así. "Uh, hay un hueco, mandate, anclá y vamos a escabiar"

En el muelle nos teníamos que encontrar con alguien que porte un cartel con el nombre de la Negra, ya que todo estaba a nombre de ella. Un pelirrojo llamado Pablo era quien lo tenía. Pablo, muy gentil, nos esperó con dos paraguas ya que la lluvia seguía persistente. Al mismo tiempo otro flaco se encargaba del equipaje, atentamente nos changó las dos valijas hacia la posada. Pablo también estaba esperando a una mujer de arriba de 50 años con cara de haber viajado por todos lados y de haber vivido mucho, llamada Fiona. Fiona era inglesa y su primer comentario fue que ya estaba acostumbrada a la lluvia. No me sorprendió en absoluto el comentario.

Luego de caminar por unas calles castigadas por el clima llegamos a la posada Caúca, donde finalmente nos íbamos a hospedar por las próximas 6 noches. La posada bien, no era nada del otro mundo, pero era lo que necesitábamos, una cama, y un baño, punto. Al instante de haber llegado, me quise dar un baño, pero la presión del agua era tan poca que casi me pongo a llorar. A mí me gusta la presión del agua casi como de hidrolavadora, y esto era un tipo con un gotero arriba de mi cabeza. No es justo.

La primer lección aprendida de este viaje y ya la quiero compartir, es que nunca hagan un viaje en donde todo dependa del clima. Busquen lugares con alternativas por si llueve, si está feo, si graniza o nieva, pero que se pueda hacer algo. Ir a una isla en donde las atracciones son el mar y la playa, con 6 días de lluvia como nos tocó a nosotros, puede fastidiar y mucho. No obstante, seguiré en otros posts poniendo cosas buenas de Ilha Grande.

Friday, 21 November 2008

Tomate el 60, ramal Niterói

Pretender que la Negra vaya a algún lado y automáticamente no saque la lista de edificios a ver solamente pasa en Ilha Grande, que es donde estamos ahora y con suerte existe el cemento. Claramente no fue el caso de Rio de Janeiro, en donde me dijo que era terminante para la pareja ir a ver el museo de arte moderno que fue hecho por el arquitecto Nimeyer.

Resulta, que el edificio literalmente parece un plato volador incrustado en una orilla de la costa, pero lo mejor de toda la odisea era llegar al museo. Resulta que hay como un barrio de Rio llamado Niterói, al cual se accede por medio de un puente de sólo 15 km de largo. La distancia de Copacabana al puente eran ya unos 10 km aproximadamente, más los 15 del puente y después otros 5 km hasta el museo. La muerte, descartado por completo caminar, no había barquitos y tampoco encontramos un bondi que medianamente nos acerque. Con cada lugareño que hablábamos nos decía: Voce tem que tomar bondi que dice Niterói, luego toma taxi. Y a mi me venían algunas preguntas a la cabeza, como: En donde mierda tomo el bondi que dice Niterói, en donde me bajo, cuanto sale el bondi, como se toma un bondi, cuanto me sale el taxi y después como vuelvo. Pero los tipos lo hacían ver como mucho más simple. Tambien nos decían: Voce tem que tomar van a Niterói. Hay mucha combi que hacen llamar van y se mueven por todos lados, pero después queríamos confirmar la teoría de las vans y nos decían: Nao tome van, son muito peligrosas, eu agora va a ligar taxi de muita confianza y voce arregla.

Finalmente, hablamos con un pibe que nos presentaron en el hotel, que laburaba con el hotel y nos llevó hasta el museo, el flaco llamado Joao, nos fue contando muchas cosas de Rio, como por ejemplo qué era toda la parte industrial que veíamos, sobre las importaciones, sobre el petróleo y sobre Niterói. Hizo un par de paradas claves antes de llegar al museo ideales para sacar fotos y luego en el museo, el flaco nos esperaba afuera. El museo, como era de esperar, una reverenda bosta, como todo museo de arte moderno, pero valio mucho la pena ir, no solo por el edificio que es re freaky, sino por la vista que hay de Copacabana desde ahí, es increíblemente buena.

Luego a la vuelta, nos llevó por una zona comercial llamada Sara, que es lo más parecido al Gran Bazaar de Estambul que vi en mi vida. Muchísimos localcitos, uno al lado del otro vendiendo adornos navideños, remeras, trapo, camisa, shorto, sunga, vasito y recuerdos de cualquier tipo de Rio de Janeiro. Compramos un par de boludeces, volvimos con Joao y nos llevó al hotel. Tenemos el teléfono de Joao si alguien va a Rio y quiere un guia personal, el flaco nos cobró razonable y siempre trató de darle un valor agregado.

El tema de los traslados en Rio de Janeiro es un quilombo, tiene muchas cosas que las hacés por excursión o excursión, no hay bemoles. Este museo que era inaxesible, casi que tenemos que ir en taxi porque no hay otra. Alquilar un auto es otra alternativa que barajamos, la cual desde ya nos hubiera salido más barata, pero manejar en Rio es suicidarse, manejan de manera calamitosa y aparte, dependes sí o sí de un Sat Nav porque sino, no llegás a ningún lado.

Thursday, 20 November 2008

Me Rio de Janeiro

Rio es una ciudad que genera muchos sentimientos desencontrados en el mismo minuto. Esta es mi segunda vez en Rio y si bien ya la vez pasada había tenido esa sensación, ahora la confirmé. Rio es una ciudad como que fue furor hace 30 años y por algún motivo (seguramente dejó de ser redituable) se abandonó, y las cosas están abandonadas o se siguieron usando como se pudo. Rio podría ser una ciudad muchísimo mas glamorosa y bonita de lo que es, pero la enorme cantidad de favela que hay hace que mires para donde mires, siempre veas pobreza extrema. Son kilómetros y kilómetros de favela, todos los morros están colmados de casas muy precarias con ladrillo a la vista y siempre la ropa colgada de la ventana. Nos decían, esta favela, es la más grande, tiene 350.000 habitantes. Esa es una favela, hay cientos de favelas, millones y millones de habitantes en favela.

Entonces, vos te tomás la excursión para ir al Corcovado, y por el camino pasás por 30 villas distintas, entonces medio que el viaje no lo disfrutás, llegás al Corcovado y te pasa como a nosotros, que había una nube que lo tapaba, no se veía un carajo y solamente le podés sacar fotos al cristo. Bajás, y nuevamente el trayecto lleno de favela. Las únicas partes que no tienen favela es lo que da a las costa, digamos 5 cuadras para adentro, que ya arranca el morro, ya es favela, entonces de noche, no da para ir a ningún lugar porque estás seguro que te la van a poner.

Las calles están hechas mierda, la ciudad está sucia y el ruido es infernal, aunque por otro lado uno camina por Copacabana o por Ipanema y es una belleza, es recontra lindo y pensás porqué mierda no es así toda la ciudad.

En Rio hicimos recorrido básico, Corcovado, Pan de Azucar (que también estaba nublado y se veía poco), Maracaná y Zambódromo. Lo hicimos todo el mismo día con una excursión, la verdad, muy conforme con el servicio prestado. Hubo comilona en el medio que estaba incluida en la excursión, en donde se pudo charlar con otros de los integrantes del tour para luego volver.

A no ser que conozcas Rio de memoria o estes con alguien que sea lugareño, no hagas las cosas por vos solo porque el riesgo de terminar muerto en una zanja es alto. Ya con solo ver los edificios cómo están cercados te da una pauta de la delincuencia que hay. Rio es lindo, pero no hay que abusar.

Monday, 17 November 2008

Luna de Miel

Me encanta escribir en este blog. Quiere decir que algo está pasando a nivel viajes, o bien estoy preparando uno o bien lo estoy disfrutando. El caso actual es que lo estoy disfrutando. Estamos de Luna de Miel con Vale en Brasil, un destino el cual habíamos postergardo y que luego de hacer números hemos elegido.

El recorrido de Brasil es simple, 4 noches en Rio de Janeiro, 6 noches en Ilha Grande y 4 noches en Parati. Tiene de todo, en Rio tenés quilombo y después ya lo vas aminorando hasta llegar a Parati que no hacés un corno durante todo el día.

Gracias a los regalos que hemos recibido por el casorio, hemos podido financiar satisfactoriamente esta luna de miel, así que aprovecho a dejar un enorme agradecimiento a toda la gente que nos aguantó para que podamos volver a viajar.

Llegamos el sábado 15 de Nov, totalmente rotos, estábamos sin dormir y apenas cabeceamos un poco esperando el avión y tambien en el avión. Llegamos al hotel de Rio, bastante lindo, dice ser 4 estrellas y lo sostiene a base de mostrar comodidades, y nos tiramos rendidos a dormir. Todo el tema del casorio nos había exterminado, el cansancio acumulado que teníamos era letal, valio la pena, pero fue extremadamente desgastante. Dormimos apenas 8 hs (nos despertamos de noche) y fuimos a comer a un restaurant por Copacabana.

Rio tiene varias playas, las dos más importantes son Copacabana e Ipanema, luego tiene la playa de Botafogo, Flamengo y Leblon. El hotel está a 2 cuadras de Copacabana y unas 5 de Ipanema, pero como no teníamos muchas ganas de salir a caminar fuimos hasta Copacabana en donde por toda la costa tenés restaurantes con una infraestructura muy parecida a Mar del Plata. Nos metimos en uno en donde había quilombo y nos clavamos una Feijoada. Mamadera, ¡qué pesado que era! aparte, una cantidad industrial de morfi.

Vamos a seguir recorriendo por todos estos lares, espero que Brasil esté a tono con lo que nosotros estamos esperando!