Friday, 21 November 2008

Tomate el 60, ramal Niterói

Pretender que la Negra vaya a algún lado y automáticamente no saque la lista de edificios a ver solamente pasa en Ilha Grande, que es donde estamos ahora y con suerte existe el cemento. Claramente no fue el caso de Rio de Janeiro, en donde me dijo que era terminante para la pareja ir a ver el museo de arte moderno que fue hecho por el arquitecto Nimeyer.

Resulta, que el edificio literalmente parece un plato volador incrustado en una orilla de la costa, pero lo mejor de toda la odisea era llegar al museo. Resulta que hay como un barrio de Rio llamado Niterói, al cual se accede por medio de un puente de sólo 15 km de largo. La distancia de Copacabana al puente eran ya unos 10 km aproximadamente, más los 15 del puente y después otros 5 km hasta el museo. La muerte, descartado por completo caminar, no había barquitos y tampoco encontramos un bondi que medianamente nos acerque. Con cada lugareño que hablábamos nos decía: Voce tem que tomar bondi que dice Niterói, luego toma taxi. Y a mi me venían algunas preguntas a la cabeza, como: En donde mierda tomo el bondi que dice Niterói, en donde me bajo, cuanto sale el bondi, como se toma un bondi, cuanto me sale el taxi y después como vuelvo. Pero los tipos lo hacían ver como mucho más simple. Tambien nos decían: Voce tem que tomar van a Niterói. Hay mucha combi que hacen llamar van y se mueven por todos lados, pero después queríamos confirmar la teoría de las vans y nos decían: Nao tome van, son muito peligrosas, eu agora va a ligar taxi de muita confianza y voce arregla.

Finalmente, hablamos con un pibe que nos presentaron en el hotel, que laburaba con el hotel y nos llevó hasta el museo, el flaco llamado Joao, nos fue contando muchas cosas de Rio, como por ejemplo qué era toda la parte industrial que veíamos, sobre las importaciones, sobre el petróleo y sobre Niterói. Hizo un par de paradas claves antes de llegar al museo ideales para sacar fotos y luego en el museo, el flaco nos esperaba afuera. El museo, como era de esperar, una reverenda bosta, como todo museo de arte moderno, pero valio mucho la pena ir, no solo por el edificio que es re freaky, sino por la vista que hay de Copacabana desde ahí, es increíblemente buena.

Luego a la vuelta, nos llevó por una zona comercial llamada Sara, que es lo más parecido al Gran Bazaar de Estambul que vi en mi vida. Muchísimos localcitos, uno al lado del otro vendiendo adornos navideños, remeras, trapo, camisa, shorto, sunga, vasito y recuerdos de cualquier tipo de Rio de Janeiro. Compramos un par de boludeces, volvimos con Joao y nos llevó al hotel. Tenemos el teléfono de Joao si alguien va a Rio y quiere un guia personal, el flaco nos cobró razonable y siempre trató de darle un valor agregado.

El tema de los traslados en Rio de Janeiro es un quilombo, tiene muchas cosas que las hacés por excursión o excursión, no hay bemoles. Este museo que era inaxesible, casi que tenemos que ir en taxi porque no hay otra. Alquilar un auto es otra alternativa que barajamos, la cual desde ya nos hubiera salido más barata, pero manejar en Rio es suicidarse, manejan de manera calamitosa y aparte, dependes sí o sí de un Sat Nav porque sino, no llegás a ningún lado.

No comments: