Afortunadamente no vamos a hablar de gente con fracturas, sino de la Quebrada de Humahuaca. Haciendo este viaje me di cuenta que en realidad hay 400 Quebradas por kilómetro, con lo cual voy a hacer mi priopia definición de Quebrada: Una Quebrada es un sector montañoso. Punto.
Era el segundo día del viajecito y cachamos el Corsa que nos habíamos alquilados y partimos para Jujuy, agarramos la súper ruta 34 que sale de Salta hasta San Salvador de Jujuy y siguiendo carteles, nos fuimos acercando. El sol nos dio malísimamente mal todo el trayecto, pero ya sabíamos cómo venía la mano. En un viaje corto, se puede hacer los 3 puntos: Purmamarca, Tilcara y Humahuaca, quedás molido de manejar, pero se llega a ver todo.
Luego de más de algunas horitas de manejo y un paisaje escandalosamente bueno, divisamos el cerro de los 7 colores en el cual se apoya el poblado de Purmamarca. El cerro es una cosa de no creer, tiene una belleza jodidamente difícil de describir, ya que en el medio de unas montañitas aparece un cerro con un colorido digno de una obra de Miguel Angel. Purmamarca, a su vez, tiene como una mini montañita a la cual se puede subir caminando en donde te sirve como punto panorámico del cerro de los 7 colores. Todos los turístas se agolpan ahí con intenciones de relajarse y sacar algunas fotos. Es imposible no tomarse fotografías con tremendo fondo. Purmamarca en sí, tiene una placita en la cual artesanos se juntan con intenciones de vender cualquier cosa a los turístas curiosos que pasan atentos observando las obras.
Purmamarca es súper chiquito, no obstante, pudimos comer muy bien, de altísima calidad la comida y tambien disfrutar de una buena ambientación de un restaurant. El restaurant tiene un patio en donde tenía muchos cáctus de diferentes tamaños y de coloridas macetas haciendo una ambientación 100% norteña.
El poblado está construido en adobe ya que ese tipo de material hace que las casas sean recontra frescas aún con las crueles temperaturas que hay en la zona, las calles de tierra y los techos de barro logran que el color predominante sea el "arcilla". Es buenísimo, uno se mete en un negocio y la temperatura baja unos 15 grados, el adobe logra lo que ningún aire acondicionado puede.
Con el estómago lleno y el corazón contento, seguimos rumbo hacia Tilcara, en donde no teníamos mucha idea de lo que nos íbamos a encontrar. Luego de un breve trecho, llegamos y nos enfilamos directamente para el Pukará. El Pukará es una especie de ruina reconstruida de una villa aborigen en donde está perfectamente representado cómo era la vida en ese entonces, hay varias casas dispuestas sobre una gran loma de la cual se puede ver todo Tilcara con facilidady genera un paisaje muy propio, la mezcla entre construcciones de rocas de distintos colores con los cáctus de gran tamaño hacen que una foto en cualquier dirección de esas ruinas sea inmediatamente reconocida como el Pukará de Tilcara. Tilcara por otro lado, tenía un sabor muy personal, porque sabía que había tocado Divididos ahí y quería ver, la verdad, si los tipos tuvieron que aguantar esa temperatura y aparte, la falta de aire (está como a 2500 metros sobre el nivel del mar) y siguieron siendo la aplanadora, son unos grosos.
Luego de la visita al Pukará seguimos con el auto hasta Humahuaca (2900 metros sobre el nivel del mar). La verdad, que después de haber visto Purmamarca y Tilcara, no quedan demasiadas cosas para hacer. Hay una cruel escalinata que ni intenté subir de la cual seguramente en su cima se veía lindo paisaje. La falta de aire y el calor, resta un montón.
Es verdad que también nosotros llegamos en plena hora de la siesta a Humahuaca, así que no podíamos pretender mucho más, pero agotados y extasiados de ver los 3 lugares, decidimos emprender la vuelta. Al día siguiente nos esperaba otro gran trayecto y veníamos con una falta de sueño.
Cenamos tranquilos frente al hotel, y al sobre, a descansar para el día siguiente ir por los viñedos.
Era el segundo día del viajecito y cachamos el Corsa que nos habíamos alquilados y partimos para Jujuy, agarramos la súper ruta 34 que sale de Salta hasta San Salvador de Jujuy y siguiendo carteles, nos fuimos acercando. El sol nos dio malísimamente mal todo el trayecto, pero ya sabíamos cómo venía la mano. En un viaje corto, se puede hacer los 3 puntos: Purmamarca, Tilcara y Humahuaca, quedás molido de manejar, pero se llega a ver todo.
Luego de más de algunas horitas de manejo y un paisaje escandalosamente bueno, divisamos el cerro de los 7 colores en el cual se apoya el poblado de Purmamarca. El cerro es una cosa de no creer, tiene una belleza jodidamente difícil de describir, ya que en el medio de unas montañitas aparece un cerro con un colorido digno de una obra de Miguel Angel. Purmamarca, a su vez, tiene como una mini montañita a la cual se puede subir caminando en donde te sirve como punto panorámico del cerro de los 7 colores. Todos los turístas se agolpan ahí con intenciones de relajarse y sacar algunas fotos. Es imposible no tomarse fotografías con tremendo fondo. Purmamarca en sí, tiene una placita en la cual artesanos se juntan con intenciones de vender cualquier cosa a los turístas curiosos que pasan atentos observando las obras.
Purmamarca es súper chiquito, no obstante, pudimos comer muy bien, de altísima calidad la comida y tambien disfrutar de una buena ambientación de un restaurant. El restaurant tiene un patio en donde tenía muchos cáctus de diferentes tamaños y de coloridas macetas haciendo una ambientación 100% norteña.
El poblado está construido en adobe ya que ese tipo de material hace que las casas sean recontra frescas aún con las crueles temperaturas que hay en la zona, las calles de tierra y los techos de barro logran que el color predominante sea el "arcilla". Es buenísimo, uno se mete en un negocio y la temperatura baja unos 15 grados, el adobe logra lo que ningún aire acondicionado puede.
Con el estómago lleno y el corazón contento, seguimos rumbo hacia Tilcara, en donde no teníamos mucha idea de lo que nos íbamos a encontrar. Luego de un breve trecho, llegamos y nos enfilamos directamente para el Pukará. El Pukará es una especie de ruina reconstruida de una villa aborigen en donde está perfectamente representado cómo era la vida en ese entonces, hay varias casas dispuestas sobre una gran loma de la cual se puede ver todo Tilcara con facilidady genera un paisaje muy propio, la mezcla entre construcciones de rocas de distintos colores con los cáctus de gran tamaño hacen que una foto en cualquier dirección de esas ruinas sea inmediatamente reconocida como el Pukará de Tilcara. Tilcara por otro lado, tenía un sabor muy personal, porque sabía que había tocado Divididos ahí y quería ver, la verdad, si los tipos tuvieron que aguantar esa temperatura y aparte, la falta de aire (está como a 2500 metros sobre el nivel del mar) y siguieron siendo la aplanadora, son unos grosos.
Luego de la visita al Pukará seguimos con el auto hasta Humahuaca (2900 metros sobre el nivel del mar). La verdad, que después de haber visto Purmamarca y Tilcara, no quedan demasiadas cosas para hacer. Hay una cruel escalinata que ni intenté subir de la cual seguramente en su cima se veía lindo paisaje. La falta de aire y el calor, resta un montón.
Es verdad que también nosotros llegamos en plena hora de la siesta a Humahuaca, así que no podíamos pretender mucho más, pero agotados y extasiados de ver los 3 lugares, decidimos emprender la vuelta. Al día siguiente nos esperaba otro gran trayecto y veníamos con una falta de sueño.
Cenamos tranquilos frente al hotel, y al sobre, a descansar para el día siguiente ir por los viñedos.
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