Yo estaba emputecido con que quería ir a Cafayate, quería ver las bodegas y recorrerlas, por otro lado sabía que iba a poder hacer un poco de degustación y comprar vinos que no se consiguen en cualquier lado. No estaba equivocado.
El viaje al principio fue medio tortuoso, accidentalmente nos fuimos para el norte cuando debíamos ir para el sur, lo cual nos retrasó una horita en nuestro recorrido, pero luego, yendo por adentro de Salta capital, encontramos la salida para la ruta de Cafayate. En los primero kilómetros, tuvimos que sortear partes que estaban inundadas, la noche anterior tuvo grandes lluvias y se ve que el sistema pluvial no es como el inglés que está preparado para lluvias todos los días. A la Negrai no le causaba mucha gracia la ruta, ya que había que ir frenando, pasando por lugares con mucha agua y también pozos, pero luego, cuando empezó el camino montañoso, cambió dramaticamente no sólo el paisaje sino también en el estado de la ruta.
Las montañas eran impresionantes, un colorido difícil de explicar, la paz que se vivía ahí también impensada y un calor agobiante. Si bien el recorrido es muy montañoso, no era tan extremo como en otros lugares, aunque tampoco se podía ir más de 80km/h porque te la ponés seguro.
Llegamos a Cafayate y nos fuimos directo a comer, lógico, si después íbamos a degustar vinos, había que ir con la panza llena. Hicimos un tentenpie rápido y partimos hacia la bodega Vasija Secreta, de la cual ya habíamos probado un tintillo y nos había sorprendido de lo bueno que era. Desafortunadamente solamente la parte del museo estaba abierta, pero igualmente una persona que trabajaba ahí nos dio una explicación excelente del proceso de elaboración de los vinos. Hubo datos que me sorprendieron (lo cual muestra mi ignorancia vitivinícola) y es que Cafayate por su clima favorece el cultivo de la uva blanca, con lo cual los vinos blancos (en especial los torrontes) suelen ser especialidad, al contrario de la zona de cuyo, la cual se especializa en tintos. Irónicamente fui a esa bodega porque el tinto que tomé me encantó.
Luego del museo, degustación, probamos un blanquito, rosado y tinto absolutamente delicioso y como no podía ser de otra forma, compramos algunos tubos para deleitarnos en Buenos Aires.
Cafayate en sí como ciudad, no me llamó demasiado la atención, a pesar que pasé muy furtivamente, pero en el caso que uno sea amante de los vinos, debe ir a recorrer las bodegas, se aprende mucho, se disfruta y se va aprendiendo sobre su elaboración.
El viaje al principio fue medio tortuoso, accidentalmente nos fuimos para el norte cuando debíamos ir para el sur, lo cual nos retrasó una horita en nuestro recorrido, pero luego, yendo por adentro de Salta capital, encontramos la salida para la ruta de Cafayate. En los primero kilómetros, tuvimos que sortear partes que estaban inundadas, la noche anterior tuvo grandes lluvias y se ve que el sistema pluvial no es como el inglés que está preparado para lluvias todos los días. A la Negrai no le causaba mucha gracia la ruta, ya que había que ir frenando, pasando por lugares con mucha agua y también pozos, pero luego, cuando empezó el camino montañoso, cambió dramaticamente no sólo el paisaje sino también en el estado de la ruta.
Las montañas eran impresionantes, un colorido difícil de explicar, la paz que se vivía ahí también impensada y un calor agobiante. Si bien el recorrido es muy montañoso, no era tan extremo como en otros lugares, aunque tampoco se podía ir más de 80km/h porque te la ponés seguro.
Llegamos a Cafayate y nos fuimos directo a comer, lógico, si después íbamos a degustar vinos, había que ir con la panza llena. Hicimos un tentenpie rápido y partimos hacia la bodega Vasija Secreta, de la cual ya habíamos probado un tintillo y nos había sorprendido de lo bueno que era. Desafortunadamente solamente la parte del museo estaba abierta, pero igualmente una persona que trabajaba ahí nos dio una explicación excelente del proceso de elaboración de los vinos. Hubo datos que me sorprendieron (lo cual muestra mi ignorancia vitivinícola) y es que Cafayate por su clima favorece el cultivo de la uva blanca, con lo cual los vinos blancos (en especial los torrontes) suelen ser especialidad, al contrario de la zona de cuyo, la cual se especializa en tintos. Irónicamente fui a esa bodega porque el tinto que tomé me encantó.
Luego del museo, degustación, probamos un blanquito, rosado y tinto absolutamente delicioso y como no podía ser de otra forma, compramos algunos tubos para deleitarnos en Buenos Aires.
Cafayate en sí como ciudad, no me llamó demasiado la atención, a pesar que pasé muy furtivamente, pero en el caso que uno sea amante de los vinos, debe ir a recorrer las bodegas, se aprende mucho, se disfruta y se va aprendiendo sobre su elaboración.
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