Tuesday, 8 May 2007

Confirmado: En Turquía no hay neblina

Luego de la sesión de masajes del día anterior, nos dispusimos a dormir plácidamente en la camita del hotel. Una cama que es sommier y en donde tiene sábanas y acolchado rosa. Convengamos que hay colores que también se pueden poner y no quedan tan figaza. La habitación donde estamos, apunta al este y tiene 3 ventanas, desde ya que no tiene persianas, por lo que a eso de las 7 am, en la pieza había más luz que si hubiera estallado una súper nova. Yo seguía a la miseria con mi garganta, ya no podía tragar nada de lo inflamado que tenía las amígdalas, así que mientras remoloneaba con una suerte de venda que me había hecho para que el sol no me aniquile, me puse como objetivo que iba a parar de boludear con aspirina y paracetamol e iba ir a la caza de Antibiótico para terminar de una vez con esto.

Nos levantamos con la negra y fuimos a desayunar, mientras nos traían el desayuno, me fui furtivamente a la farmacia. Llego a la farmacia y la reconozco porque en la vidriera tenía 3 boludeces con forma de remedio, cuando intento entrar, había una mesa, con un montón de tierra, tapada con una sábana, unas sillas desacomodadas y nadie adentro. En eso una mujer anciana se me acerca y me dice que la farmacia estaba abierta. A los 3 segundos veo un turco que viene corriendo de una manera “Hijo del Viento” a venderme. Le pedí antibióticos, me los dio, lo tomé, misión cumplida.

Vamos a hacer una reseña aparte sobre la cualidad de los turcos con respecto a los negocios. Lo llevan en la sangre, son increíblemente diestros con el comercio, no se pierden una venta ni por casualidad, siempre le buscan la vuelta, son aparte súper simpáticos y te dan charla para que vos entres a sus locales y los veas. Nos pararon mi veces y nos dijeron de dónde éramos, cuando decíamos de argentina, se miraban sorprendidos y nos preguntaban que demonios hacíamos tan lejos de nuestro país. Hace unos años, cuando uno decía que era argentino, el extranjero siempre respondía con “¡Maradona!”. Los tiempos han cambiando, hoy nos dicen: “Maradona … kaput …” o bien, nos dicen “¡Messí!”. Muchos de los comerciantes nos empezaron hablando en francés o en italiano, pero sobre todo en francés. No tengo ni idea porqué, porque la verdad es que ¡ni nos parecemos a los franchutes!

Luego del desayuno, hablamos con el muñeco del conserje y le dijimos que queríamos ir a Efesus. El flaco nos dice, tenés dos opciones, una, te lleva una combi, que te cobra €6 por muñeco ida y vuelta o te llevo yo, que te hago el re circuito y te cobro €30. Con la Negra nos miramos y le dijimos … preferimos las combis, hay mucha diferencia. El flaco nos dice, bueno, ¿cuanto quieren pagar por el viaje? Visto y considerando lo personalizado y que el flaco nos llevaba, nos iba a buscar, y nos llevaba a otro lado, cerramos en €20. Llegamos a Efesus y la temible plaga aparece de nuevo. ¡Sí! El lugar estaba atestado de chinos, algunos con barbijo, otros con guantes y otros con paraguas para protegerse del sol. Había mil tipos tratando de hacerte de guía y explicarte cada piedra su significado. ¡Ah! A todo esto, el flaco del hotel, también nos había “cedido” en la negociación, una guía de Efesus, así que a medida que caminábamos podíamos consultar qué era lo que estábamos viendo.

Efesus es lo que queda de una ciudadela que construyeron los romanos cuando invadieron Turquía, es increíble, los tanos tenían el mundo en sus manos y ahora son unos colgados. ¡Cómo se dejaron estar! La ciudadela está bastante más en pie que cualquier otra que haya visto hasta ahora, se ve que no hubo muchas guerras, terremotos o simplemente que no usaron el mármol para hacer mesadas. La imagen típica de Efesus es la Biblioteca del Celsius, es imponente, muy alta y tiene un detalle en la ornamentación que debe haber llevado años hacerla. Existen aparte dos anfiteatros, mini templos y hasta baños. Los baños son como una hilera de inodoros que dan a una fosa. Es bastante más fácil que vean las fotos que termine de explicar esto.

Luego de Efesus, salimos a hacer la calle de Kusadasi, fue en donde nos topamos contra todo tipo de vendedor que nos quiso vender de todo y hasta nos dimos el gusto de comprar algunas cositas para nosotros, una pipa exótica, un juego de te, típico de acá y te de manzana, todo esto, regateado salvajemente por la Negra. El precio inicial, era de 65 Liras turcas y terminó siendo de 42 … se ve que misteriosamente le agregan un porcentaje para quedárselos ellos.

Kusadasi está muy lindo, es lindo para caminar, para comprar, para consumir y para conocer Efesus que es una belleza. Es un buen punto de partida. A nivel paisaje también es un caño, el puerto es bellísimo y tiene en el horizonte muchos morros con casitas de colores edificados sobre sus laderas. Por el momento Turquía no para de sorprendernos para bien. Un destino totalmente recomendable.

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