Mientras estoy en el avión que me lleva de Estambul a Londres, sigo escribiendo posts, son los momentos que encuentro en donde más puedo escribir, y de paso hago tiempo para llegar a destino. Inicialmente Deano nos está esperando, quien nos va a alojar las próximas dos noches en su casa y que también nos sacará a pasear. Sigo escuchando Hermética que me pone pilas para escribir, mientras arranca Sepulcro Civil, se me ocurre que tengo que escribir un poco sobre lo que fue el Ferry a Samos.
Nos pasa a buscar un taxi en el guest house de Mykonos, el cual ya tenía gente adentro y que debíamos compartir. Eramos 5 en el auto, 3 hablando a pleno en Griego mientras la Negra y yo como de costumbre, la veíamos pasar. Estaba bastante fresquita la noche así que como venía con dolores de garganta fatales, me emponché hasta la manivela, habíamos encontrado un gorrito y un cuello de polar que me daban bastante alivio.
El puerto de Mykonos no es algo en donde uno encuentra información sobre su Ferry y los que están por venir o la misma hora que era. Básicamente era un tingladito, en donde la gente se amuchaba adentro para palear el frio. ¡No había ni baño! Pero bueno, era viajar otra vez de noche para reducir los costos nuevamente.
Hay cosas mágicas que le pasan a uno en estos viajes y le pasan justamente por exponerse a experiencias como estos ferries, este caso no fue la excepción, de la nada, aparece un viejito irlandés que se sentó y se puso a hablar con la gente de boludeces, pero instantáneamente se convirtió en el centro de la espera. A los 5 minutos que el flaco se puso a contar historias, éramos alrededor de 8 personas rodeándolo para escuchar los relatos. El viejo tenía algo más de 60 años y era un viajero hace rato, para romper el hielo, arrancó poniendo a prueba a dos chicas que habían ahí, les preguntó si viajaban en camarote, una de las chicas le dijo que sí, el viejo, haciendo alarde de sus conocimientos, le dice, “Seguro que te tocó el camarote 12 B”, la chica, un poco incrédula y otro poco intrigada por la certeza del viejo, furtivamente empezó a buscar su ticket. Cuando lo encontró le dice al viejo “No, es el 112 Z” (nada que ver) a lo que el viejo le retruca “Perfecto, ya se donde dormís, ¡nos vemos a la noche!”
Después de esto, arrancó con cosas que hacía cuando era más purrete, y era lo siguiente, el flaco, se ponía a hablar con algunos yankis y hablando de boludeces, el flaco le sacaba nombre y camarote en el que paraban en algún crucero, luego de eso, el pibe, entraba al crucero, diciendo que era ese yanki y afirmando, sí, paro en este camarote, los tipos del crucero confirmaban el dato y lo dejaban pasar. Entonces qué hacía, como el crucero paraba en tierra firme para que la gente baje y morfe, este flaco, la hacía al revés, esos momentos los aprovechaba para subir al crucero en nombre de otro, morfaba con champagne y delicias y las cargaba a la tarjeta del camarote del yanki que se había parlado. Al yanki no lo veía más y el se iba pipón del crucero luego de haber comido como un animal y de upa.
El viejo también conocía historias de cruceros y mencionaba que una vez, el capitán del crucero se estaba moviendo a alguien y por dejar el crucero desatendido, encalló a la mierda. Se comieron juicios y toda la bola por semejante imprudencia. También contaba sobre el crucero que hacía 2 semanas había encallado en Santorini, y mencionaba que muchos del crucero estaban más preocupados por la guita que perdieron en el casino del crucero que en los daños en sí. Como el barco encalló, la gente cachó las fichas y se fue, y eran fichas que quizá estaban en juego y que se las tuvo que comer la empresa.
En un momento el flaco, a modo de reflexión dice, nosotros, somos todos viajeros, nos gusta la situación hostil y acá estamos, a las 12 de la noche al lado del mar, con frío, esperando un ferry que dios sabe a qué hora llegará pero estamos todos en la misma, hablando y pasando un momento bueno que seguramente luego tendrán para contar. La gente hoy en día paga all-inclusives, se va al Hilton y pierde toda emoción de lo que ser viajero representa.
Por lo menos, que yo vivo el turismo como lo vive este tipo, para mi fueron sabias palabras de un irlandés en el medio de Mykonos, supo pronunciar.
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